El voto electrónico, ¿una utopía aún lejana?
Más allá de los sistemas de recuento electrónico, España todavía no ha apostado por el uso del voto telemático en grandes jornadas electorales. Se han hecho pruebas muy puntuales y partidos políticos y organizaciones empresariales lo han utilizado en sus procesos internos. Hoy, a pocos días de la primera cita electoral del año y con la tecnología y los procesos electorales en el punto de mira, nos preguntamos ¿llegará algún día el tan nombrado voto electrónico a unas elecciones generales?
Hablamos de voto electrónico y ponemos en el mismo saco el voto por Internet, el voto en urnas electrónicas o cabinas de votación controlada y el recuento electrónico de votos, pero son cosas diferentes y avanzan a ritmos distintos. Con una jornada electoral a la vuelta de la esquina y otra para finales de mayo, queremos saber cuál es la implantación del voto electrónico en España. Y es que algunos dirigentes políticos han manifestado que estaba más cerca hace 10 años que ahora. La seguridad y la amenaza de ataques externos es, hoy por hoy, el principal obstáculo para modernizar el sistema de votación y dejar atrás la papeleta y las urnas.
En España conocemos la experiencia de las Mesas Administradas Electrónicamente (MAE), que se pusieron en marcha en las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009. Son un conjunto de herramientas informáticas que ayudan a los miembros de la mesas electorales, agilizando la gestión y automatizando el proceso de registro de los electores y la elaboración de las actas, aunque la votación continúa siendo, de forma tradicional, depositando el sobre en la urna y el recuento sigue siendo manual.
De momento, a parte de estas iniciativas, no se conoce ningún proyecto en firme que ponga fecha a la puesta en marcha del voto electrónico, aunque ya en 2010 la Junta Electoral aconsejó implantarlo. De hecho, el Ministerio de Interior rechazó hace un par de años su puesta en marcha alegando que era difícil garantizar que no pudiera ser manipulado. Temores que han ido creciendo desde entonces y mucho más tras las injerencias rusas en las elecciones de Estados Unidos o Francia. Sí ha habido experiencias con aplicaciones utilizadas en procesos internos de organizaciones empresariales o partidos políticos, aunque también han servido para sacar a la luz irregularidades o fraudes. En este sentido, el desarrollador y director técnico de N-Votes, Eduardo Robles, explica en declaraciones a La Razón que los problemas “no tienen que ver con la aplicación en sí, sino con la autenticación del censo. No es problema de privacidad ni verificabilidad”.
Experiencia en otros países
Estonia es, sin lugar a dudas, el ejemplo más claro y avanzado en el uso del voto electrónico. Instauró en 2005 el i-voting y, en las últimas elecciones de este mismo mes de marzo, lo han utilizado el 44% de los votantes. En este caso, para poder votar los ciudadanos solo necesitan el DNI, una clave que proporciona el mismo servidor y conexión a Internet. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de uno de los países más digitalizados del mundo, donde lo único que no se puede hacer de forma online es casarse, divorciarse o hacer transacciones inmobiliarias.
En Europa el caso de Estonia es una excepción. Suiza, por ejemplo, acaba de cancelar el voto electrónico tras detectar graves fallos. Otros países como Reino Unido y Holanda lo han puesto a prueba, aunque en el caso holandés, por ejemplo, lo han abandonado por miedo a posibles ciberataques.
Brasil, India, Venezuela o Estados Unidos utilizan otro mecanismo basado en máquinas que permiten que el votante marque en una pantalla digital su preferencia y quede registrado. Son sistemas que tampoco se han escapado a las críticas por inseguridad o poca transparencia. Algunas series norteamericanas incluso han mostrado su vulnerabilidad aunque sea en episodios de ficción.
Llegados a este punto, lo más claro es que el próximo domingo y a finales de mayo los ciudadanos españoles acudirán a las urnas para depositar sus sobres con sus papeletas. Y por lo que parece continuará siendo el método habitual durante los próximos años.